La vida es un viaje de ida en el que cada uno elige como transitarlo. Después de su última intervención, él y su familia, sabían de los riesgos que se corrían si el ex presidente continuaba con su acelerado ritmo cotidiano. Desde que conocí personalmente a Néstor Kirchner, allá por los fines de los ’80 en las instalaciones del Consejo Federal de Inversiones, me dí cuenta que el férreo militante de sus propias convicciones, con el correr de los años, nunca cambiaría, y le daría después a la política argentina, su impronta tan especial de un “animal” político de raza, que sin dudas dejará una huella en la historia de nuestro país.
En el año 2000, fui invitado junto a otros periodistas acreditados en Casa de Gobierno, a viajar a El Calafate, allí se inauguraba el aeropuerto internacional de esa ciudad y recuerdo, cuando en una cena agasajo a nuestra presencia en la Hostería Los Notros, el entonces gobernador de Santa Cruz, comentó como una aspiración muy lejana, que “le gustaría jugarse en una candidatura presidencial”. Ha pasado mucho agua debajo del puente desde aquel comentario, trabajé a cargo de sus planes de gobierno y equipos técnicos en su campaña presidencial, lo fui conociendo en la intimidad de sus círculos cerrados y Kirchner siempre fue igual, de hablar lo necesario, enérgico, activo, un gran estratega y de pocas pulgas.
Ha pasado tanta agua, que hoy sorpresivamente, fiel a su forma de ser, se fue para siempre, murió como se dice habitualmente, en su ley.
Ha llegado la hora de las grandezas y no el de las miserias carroñeras de los ventajistas, ¡cuidado con las equivocaciones! que aún hay un gobierno legítimo con un año más por delante para gestionar. El panorama que se abre de cara al futuro tiene muchas aristas, ha fallecido el “gran candidato” el que en las últimas horas le había confiado a su esposa y a el gobernador Daniel Scioli, que él, iría nuevamente por las presidenciales, incluso dejándole las manos libres al titular bonaerense para que observando el panorama nacional si lo consideraba necesario, lo enfrente, pero sin descuidar la provincia.
La política nacional se ha quedado sin su gran protagonista de los últimosaños, el líder natural que a fuerza de saber acumular poder, de jugar a cartas destapadas, violento en sus reacciones, soberbio en sus posturas, sin límites a la hora de atacar a los enemigos de turno, también supo elegir romper con el FMI, terminar con las relaciones carnales con Estados Unidos y elegir la región antes que Europa. La pregunta es: ¿y ahora que?.
Importante será saber que lugar elije la oposición, si la de poner el hombro a un gobierno a la que le faltará su pata principal, o la de horadar la institucionalidad aprovechando la coyuntura en haras de buscar un poder que hoy le queda lejos?
Lamentablemente este tipo de capítulos ya lo hemos vivido, nuestra política no sabe de solidaridad ni de acompañamientos, muy por el contrario se maneja con los egoísmos propios de un país que aún en el bicentenario, carece de estatura y de éticas para las convivencias en la arenas en las que muy pocos han sabido manejarse.
Si hacemos memoria, también podemos retrotraernos al año ’74, falleció el líder, una mujer en el gobierno y el poder pasaba por otro lado. Hoy los actores en la vida son distintos pero no debemos, nosotros los ciudadanos, dejar que el poder pase por otro lado que no sea en la Casa Rosada. La CGT con su titular a la cabeza acaba de hacer en River una “muestra” de poder, se animó a solicitarle a la presidenta Cristina que los trabajadores quieren estar en lo más alto de la toma de decisiones. Moyano sabe bien, y aprendió bien al lado de Néstor, como se acumula poder y lo viene haciendo, pero que no se equivoque el sindicalismo, su papel no puede ir mas lejos que el de defender a sus propios trabajadores y la democracia.
La historia nos vuelve a poner a prueba, que no se repita lo de siempre, lloramos a los muertos-lo vivimos con Alfonsín- caminamos hombro a hombro pero solo para las cámaras, después a la hora de razonar, el mundo de las bancas se presta siempre por apetencia de sus partidos, a no defender sus convicciones mal o bien como lo hizo Néstor Kirchner, sino venderse al mejor postor.
Aún queda un año de gestión y hay otra Kirchner, le debemos cívicamente respeto.